Soy anfitriona...Deberán saber que en otra oportunidad ustedes serían mis víctimas pero en esta ocasión solo busco vuestra compañía...Compartir gustos y momentos agradables...Yo los invito a caminar a mi lado en las tinieblas...Yo los invito a entrar...Los guiaré para que vuestros ojos se deleiten ante miles de mundos creados por mágicas manos...Y a veces los dejaré entrar a mi propio mundo que encontrarán en mis palabras... Solo se pide que dejen vuestra huella...Vuestro susurro...Vuestras miradas...En definitiva vuestra presencia para poder existir...Si ustedes están ahí...Yo siempre estaré aquí...Envuelta en tinieblas...
Un saludo muy sincero..

miércoles, 17 de mayo de 2017

“Una esclava es la evolución de una sumisa dentro de una relación.”

¿Sumisa o esclava?

¿A quién no le suena este debate? Es uno de los grandes clásicos, ¿verdad? No existe un sólo rincón de la red en el que tarde o temprano no se acabe debatiendo sobre ello… Y, ciertamente, sin que jamás se llegue a ninguna conclusión adecuada, salvo que se acabe recurriendo a la fé.

Y es que éste es uno de los temas que más se presta a la aplicación de la lógica del pensamiento mágico. Se suele recurrir a explicaciones rayanas en lo mesiánico y en lo dogmático, en los que por norma se suele ensalzar la figura de la esclava como el súmum del súmum (curiosamente, muy, muy rara vez se establece este debate en torno al rol “sumisO o esclavO”… al menos en los foros más generalistas y heterosexuales). Se suelen utilizar argumentos diferenciadores como los siguientes:

– “La esclava nace…”

– “La esclava no puede decir NO…”

– “Una sumisa acepta la sumisión, una esclava la obediencia”

– “Son dos maneras de sentir…”

– “Sumisa: persona que se somete por voluntad propia y en grado variable a alguien, renunciando a parte de sus libertades.

Esclava: persona que pertenece por voluntad propia a alguien, renunciando a todas sus libertades”.

– (…)

(Permítanme no eternizarme con esto… seguro que han leído ustedes muchas más)

La mayoría de estas explicaciones suelen ser contradictorias, del tipo que matemáticamente se expresaría así: “A+B = 0″, es decir que al final no dicen nada y sólo son palabras hermosas (para quien así las quiera entender). Por ejemplo, sumisión y obediencia son términos ligados y que necesariamente deben ir unidos. Y alguien que “pertenece por voluntad propia… es a la vez alguien que se somete por voluntad propia“… ¿verdad?. Y argumentos como que una esclava no puede decir NO… Bueno, si alguien no puede decir NO, en ese caso no hablamos de BDSM si no de otros términos más bien relacionados con la falta de consenso. Por ello, resulta bastante complicado entender, si es que la hay, la diferencia entre ambos conceptos, sobre todo si añadimos el hecho de que el paso del tiempo acaba demostrando tarde o temprano la insustancialidad de estos argumentos: la superesclava ejemplar, parece que al final sí podía decir “NO” cuando se enteró que su Amo pretendía incluir a otra persona en la relación (por poner un ejemplo) o que la Megaesclavaquetecagaspatabajo ornamentaba la cabeza del Amo con unas graciosas pero increíbles astas que para sí las quisiera un miura…

¿Significa esto que no existen las esclavas en términos BDSM? En absoluto. El problema no está en el objeto, si no en la definición que se le quiere dar. Porque todos los argumentos anteriores pueden ser muy válidos siempre que se encuentren perfectamente acotados dentro de su lugar: la fantasía individual y/o colectiva… Como algo que sirve para alimentar nuestra líbido y nuestra relación, pero sin que jamás pueda servir como algo clasificatorio o diferenciador.

Claves para entender:

A la hora de entender las posibles diferencias entre ambos roles, hay que hacer dos distinciones posibles, sin que por ello una sea mejor que la otra, ni más o menos real o adecuada. Simplemente dependerá de la forma en que cada cual afronte el BDSM.

Primera distinción: Elección de rol.

Ésta es la más sencilla de entender. Se trata simplemente de elegir el rol que más “te pone”. Al igual que cuando unx se registra en un foro de BDSM y le aparece un apartado donde dice “Rol” y con él un desplegable con diversas opciones (entre ellas: esclava / sumisa), cada cual elige lo que más le excita, lo que más se parece a sus fantasías. No es menos BDSM, no es mejor ni peor… simplemente es lo que le hace feliz y le pone “berracx”.

Segunda distinción: Por la naturaleza de la relación.

Ésta es, tal vez algo más complicada de entender, pero es la que más se aproxima (y en definitiva, la “traducción” al pensamiento crítico de las explicaciones procedentes del pensamiento mágico) a lo que parecen significar muchas de las diferencias citadas. En este caso, la diferencia entre “sumisa” y “esclava” viene marcada por la relación con su/s Dominante/s en términos de CONFIANZA.

Decía Laurence Cornu en “La confianza en las relaciones pedagógicas“ que:

“La confianza es una hipótesis sobre la conducta futura del otro. Es una actitud que concierne el futuro, en la medida en que este futuro depende de la acción de un otro. Es una especie de apuesta que consiste en no inquietarse del no-control del otro y del tiempo.”

Dice la Wikipedia:

“En sociología y psicología social, la confianza es la creencia en que una persona o grupo será capaz y deseará actuar de manera adecuada en una determinada situación y pensamientos. La confianza se verá más o menos reforzada en función de las acciones.”

“La confianza es la seguridad o esperanza firme que alguien tiene de otro individuo o de algo.”

Así pues, por ejemplo, no se trata de que la “esclava” no pueda decir NO: en realidad es que su propia experiencia en la relación con su Amo le ha demostrado que no tiene, ni tendrá necesidad de decirlo, por que espera y confía que éste actúe siempre de la forma correcta. Sabe a ciencia cierta que puede abandonarse por completo en sus manos. Por supuesto, hablamos de esa confianza real, a la que se llega por experiencia vital compartida, no esa confianza a priori que más bien lo que define es a una persona temeraria.

Para que esta confianza se desarrolle, requiere de dos cosas: tiempo y relación. Dado que cada ser humano es un universo independiente en cuanto a psique y sentimientos, es imposible indicar cuánto tiempo y qué tipo de relación se requieren para que esta confianza se de. Puede darse en un espacio de tiempo más o menos corto y en una relación estable u ocasional. Sólo es necesario que se de el gérmen de la confianza. Con todo esto, se puede decir que:





No se puede definir la posible diferencia entre esclava o sumisa en términos de lo que hace o no, de lo que dice o no. No marca diferencia de estatus. No es un rol que se pueda “autoaplicar”, pues es la naturaleza de su relación la que lo marca, por lo que necesita de la existencia de un “Amo” en quien depositar esa confianza: sin él, no puede ser esclava. Tampoco es posible ser esclava pese a formar parte de una relación, si ésta no fomenta y alimenta su confianza.

La esclava no tiene necesidad de decir NO por que tanto ella como su dominante se encuentran inmersos en un vals perfectamente coreografiado.

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La D/s esta llena de tradiciones y ceremonias preciosas, una de las mas significativas y vistosas es el "ritual de unión" ...