
Soy anfitriona...Deberán saber que en otra oportunidad ustedes serían mis víctimas pero en esta ocasión solo busco vuestra compañía...Compartir gustos y momentos agradables...Yo los invito a caminar a mi lado en las tinieblas...Yo los invito a entrar...Los guiaré para que vuestros ojos se deleiten ante miles de mundos creados por mágicas manos...Y a veces los dejaré entrar a mi propio mundo que encontrarán en mis palabras... Solo se pide que dejen vuestra huella...Vuestro susurro...Vuestras miradas...En definitiva vuestra presencia para poder existir...Si ustedes están ahí...Yo siempre estaré aquí...Envuelta en tinieblas...
Un saludo muy sincero..
viernes, 19 de agosto de 2016
curioso las monjas también hacían monos
En diciembre de 1912, se autorizaba la creación (merced a una especialísima dispensa del Obispo de Andalucía) del Cuerpo de Masturbadoras del Hospital de San Juan de Dios, de Málaga. Las "pajilleras de caridad" (como se las empezó a denominar coloquialmente) eran monjas que, sin importar su aspecto físico o edad, prestaban consuelo con maniobras de masturbación a los numerosos soldados heridos en las batallas de la reciente Guerra del Rif.
La autora de tan peculiar idea, había sido la Hermana Sor María de la Maza, (en la foto) una religiosa de treinta y cinco años que cumplía funciones de enfermera en el ya mencionado hospital. Sor Maria había notado el mal estar y la ansiedad en el pabellón de heridos del hospital. Decidió entonces poner manos a la obra y comenzó junto a algunas hermanas a “pajillear” a los soldados sin hacer distingos de grado. Desde entonces, tanto a soldados como a oficiales, si lo deseaban solo tenian que pedirlo. Los resultados fueron inmediatos. El clima emocional cambió radicalmente en el pabellón y los hombres de armas volvieron a departir cortésmente entre sí, desapareciendo los malos modos entre ellos.
Al núcleo fundacional de las hermanas pajilleras, se sumaron voluntarias seculares, atraídas por el deseo de prestar tan abnegado servicio. A estas voluntarias, se les impuso (a fin de resguardar el pudor y las buenas costumbres) el uso estricto de un uniforme: una holgada hopalanda que ocultaba las formas femeninas.
Este éxito rotundo, se tradujo en la proliferación de diversos cuerpos de masturbadoras por todo el territorio nacional, agrupadas bajo distintos nombres y modalidades. Surgieron de esta suerte, el Cuerpo de Pajilleras del Amor Cristiano, Las Masturbadoras del Socorro, de Huelva, Las Esclavas Masturbadoras del Corazón de María y las ya famosas Masturbadoras de la Pasionaria, que tanto auxilio habrían de brindarle a las tropas de la República durante la guerra civil.
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